Entre 1936 y 1945, los arqueólogos franquistas, en especial, Julio Martínez Santa Olalla, comisario general de Excavaciones, jugaron con la idea de la “arianización de España” por los celtas, menospreciando de paso a la cultura ibérica. Santa Olalla con Himmler en Madrid, en 1940.
Su interés se centró en el arte rupestre, los visigodos y sobre todo en la cultura antigua de las Canarias, donde “los nazis confiaban encontrar testimonios de una ancestral raza aria pura de la que serían miembros los primitivos canarios. El prehistoriador de la organización (Ahnenerbe, Herencia ancestral Alemana) Hermann Wirth, que buscaba la Atlántida, consideraba que las islas eran restos meridionales del gran continente sumergido, patria de origen de los arios. La expedición debía realizarla en 1939 Otto Huth, otro de los investigadores de la Ahnenerbe, especialista en antiguas creencias espirituales arias, que proyectaba rastrear las viejas prácticas religiosas de los isleños y estaba entusiasmado con los rumores de momias guanches de trenzas rubias. Excavarían y harían mediciones craneales de los canarios”.
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