martes, 30 de octubre de 2012

El material de la escritura



              El caso más espectacular de pérdida es el de Crisipo. Se dice de este filósofo estoico que escribía 500 líneas diarias. Diógenes Laercio le atribuye 705 obras, pero no se ha conservado ninguna. Algo mejor suerte tuvieron Zenón, Jenófanes, Demócrito o Epicuro, prolíficos escritores de los que sólo se han conservado, sin embargo, unos pocos fragmentos. ¿Pero en que escribían los antiguos? Por supuesto en arcilla -las tablillas de barro en que comenzó la escritura en algún lugar de Mesopotamia-, en pieles de animales -vacas y cabras-, en tela de lino, en corteza (liber) o en las tablillas de madera que se pintaban de blanco o se enceraban. Sin embargo, lo que más éxito tuvo fue una planta acuática del Nilo, el papiro, de cuyo tallo se preparaban las láminas para la escritura en forma de rollos (volumen). Así escribieron los egipcios, los griegos y los romanos. Estos dieron un salto para facilitar la lectura cuando sustituyeron el volumen o rollo de papiro por el codex o libro formado por hojas de papiro o también de pergamino. Este terminaría por imponerse en la Edad Media.
            El conjunto de papiros más importante fue el descubierto entre los años 1752-54 en la Villa dei Papiri de Herculano. 1800 papiros o fragmentos valiosísimos para conocer el legado helenístico.

            El papiro dejó de usarse en Europa en el siglo VIII, tras la conquista de Egipto por el Islam y el papel no llegó a utilizarse de forma masiva hasta el XV, poco antes de la invención de la imprenta. Durante ese intervalo la producción bibliográfica europea se hizo sobre pergamino en códices.
            Fue en la época de Harun al-Raschid de Bagdad cuando se generalizó el papel. Las necesidades burocráticas –despachos y documentos oficiales- habían crecido tanto que el pergamino de piel no bastaba, así que se acudió al invento que venía utilizando la burocracia china desde hacía siete siglos, el papel fabricado con fibra de bambú. Ya en el siglo XII se tiene constancia de molinos de papel en la España cristiana, en especial en Toledo. Los más antiguos en papel son mozárabes y están escritos en árabe. Se tiene constancia de que en el reino de Granada había unos dos millones de códices, luego mandados quemar por el cardenal Cisneros. (Debo estos datos a Andrés Martínez Lorca: Introducción a la filosofía medieval).

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