sábado, 12 de abril de 2008

Libertad o igualdad

La ideología de los padres fundadores se forjó sobre los dos ejes de las coordenadas de la modernidad, que hizo famosos la Revolución Francesa: la libertad y la igualdad. Si la estrella polar era la libertad, la ideología se denominó liberalismo; si fue la segunda, entonces se denominó socialismo. Los movimientos políticos del siglo XX se pueden definir atendiendo a cómo se situaron con respecto a esos dos ejes. Así el comunismo fue un movimiento que se declaraba igualitario y desdeñaba la libertad; su opuesto el conservadurismo se definía o define como liberal, afirmando además la desigualdad natural de las personas. El anarquismo creía compatibles la mayor igualdad con la mayor libertad y su enemigo, el fascismo, la desigualdad y el autoritarismo. Los movimientos políticos más centrados, menos radicales, han sido y son los constituyentes de la democracia, el liberalismo y el socialismo, cada uno de ellos afirmando un eje por encima del otro. Los partidos actuales tienden hacia el centrismo, intentando combinar ambas ideas, y se sustentan en ideologías como la socialdemocracia o el social liberalismo.

La primera ideología de la modernidad fue el liberalismo, forjado en su antagonismo con el Antiguo Régimen, al que combatía en su dimensión absolutista (monarquía) y oscurantista (religión católica). John Locke, Adam Smith, Edmund Burke, Thomas Paine, Tocqueville, Stuart Mill, Von Hayek, y los ilustrados franceses dieron ese combate y, sobre la base de la racionalidad y de los intereses del individuo como motor de la comunidad libre y autónoma, defendieron ideas tales como “el derecho a la vida y a la integridad física; el derecho a la propiedad y al trabajo, que es el que nos asegura nuestra subsistencia, y el derecho a la libertad y a la crítica, que son los que nos garantizan el poder elegir lo que más nos conviene”. Los liberales creen en la eficacia igualitaria del intercambio de bienes y servicios. El mercado, según ellos, es capaz de autorregularse, gracias al juego de los intereses particulares de los individuos (la mano invisible de Adam Smith) y la suma de los fines de los individuos redundará en bien de la comunidad eliminando las clases ociosas y la injusticia.

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