Reciente como está la agresión de la Rusia de Putin a Georgia y la posible anexión de Osetia del Sur y Abjazia conviene recordar qué pasó no hace tanto con esos pueblos del Cáucaso, y de otros limítrofes de Rusia, en la época de Stalin.
Tras la invasión soviética de Polonia, en septiembre de 1939, y posteriormente de los países del este de Europa, Stalin ordenó detenciones masivas de políticos, negociantes, comerciantes, poetas, escritores, campesinos y granjeros ricos, en fin, de cualquiera que las autoridades considerasen susceptible de no querer sovietizarse. Los detenidos eran inmediatamente deportados -entre unos minutos y un día tenían para prepararse-, sin procedimiento legal que lo autorizase. Los llevaban en camiones hasta la estación y luego, hacinados, los hacían subir al tren para un largo viaje. Su destino era o los campos del Gulag o los helados territorios del norte ruso o el desierto del Asia central, donde eran arrojados en el bosque vírgen o en diminutas aldeas. Muchos murieron en el viaje, otros en el destino. El odio de Stalin hacia los chechenos fue particular. Colocados en trenes sellados, fueron privados de agua y de comida en su largo viaje. Hasta 78.000 chechenos pudieron haber muerto en el transporte. Hacia 1949 habían muerto la mitad de los tártaros de Crimea.
Las cifras de deportados son enormes: 428.000 de la Polonia Oriental, más 96.000 prisioneros; 160.000 de los países bálticos; 1.200.000 alemanes soviéticos; 90.000 calmucos; 70.000 karachevos; 390.000 chechenos; 90.000 inghusos; 40.000 balcaros; 180.000 tártaros de Crimea, 9.000 finlandeses, etc.
Los nombres de los pueblos de origen fueron eliminados de los documentos oficiales, hasta de la Gran Enciclopedia Soviética. Las naciones desaparecieron del mapa. Fueron abolidas la República Autónoma de Chechenia-Ingushetia, la Repúclica Autónoma Alemana del Volga, la de Kabardino-Balkaria, la de Karachevo. Crimea pasó a ser una provincia rusa.
El efecto de deportación y guerra fue devastador. por ejemplo, en Estonia, entre 1939 y 1945, la población disminuyó en un 25%. Probablemente el objetivo de Stalin no era terminar con estas naciones enteras, sino desarraigar a sus habitantes, despojarlos de su cultura, convertirlos en mano de obra esclava.
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