Eduardo Mendoza en su Riña de gatos, Madrid 1936, a cuenta de su protagonista inglés, Anthony Whitelands, especialista en arte español, comenta una seire de obras de arte. Vamos viendo.
Indiferente a todo cuanto no sea el reencuentro con su añorado museo, Anthony se detiene un breve instante ante Il Furore, la efigie de Carlos V esculpida en bronce por Leone Leoni. El emperador, revestido de coraza romana, empuña una lanza mientras a sus pies, vencida y encadenada, la representación de la violencia salvaje yace sojuzgada, con la nariz aplastada contra el trasero del vencedor, que representa el orden y lo impone sobre la tierra, por orden divina y sin reparar en medios.
Extraordinaria obra y la armadura ceñida al cuerpo perfectamente lograda se le puede sacar.
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